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El postparto…o mejor dicho, Winter is coming

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Seguramente ya lo habrás oído o leído, el postparto es una de las épocas más oscuras y duras que una mujer puede vivir (de ahí mi alusión a Juego de Tronos y su «Winter is coming»).

Es un momento en tu vida de máxima contradicción, pues has pasado 40 semanas deseando que llegara el momento y cuando llega, ZAS! la burbuja se rompe y llega la cruda realidad.

Lo más habitual es que tu cuerpo haya cambiado, ¿y qué menos? Acabas de traer una nueva vida al mundo amiga. Pero es que aunque tu cuerpo no haya sufrido muchas heridas de batalla o aunque incluso se haya recuperado de una manera espectacular…¿qué pasa con nuestras cabecitas? En ese justo instante es cuando empieza la batalla, la batalla con tu «yo» anterior y tu «yo» de ahora.


A todos estos cambios físicos, psicológicos y fisiológicos que suceden súmale la CRIANZA, ahí es ná. Horas sin dormir, bebés demandantes, lactancia, cansancio, opinologos por todas partes, problemas de salud que puede tener tu bebé…y el tiempo que antes te pertenecía, TU TIEMPO, boom! desaparece. Como se les suele decir a las niñas y niños en el cole, ahora te toca COMPARTIR. Y en nuestra sociedad actual, lo de compartir nuestro propio tiempo lo llevamos regular.

Parece todo malo, ¿verdad? No es mi intención hacerte creer eso, tampoco lo es venderte un mundo ideal como la canción de Aladdin. En el postparto puedes sentirte la mujer más desgraciada del mundo y tras una siesta y una ducha, pensar que no has vivido nada más bonito antes.

Lo que está claro es que va a ser una etapa TEMPORAL donde vas a estar más vulnerable por lo que es básico que te rodee una pareja y/o una tribu que sume y te ayude en lo que puedas necesitar.

Para mí fue, sin duda, una de las épocas más duras de mi vida. Me había preparado de muchas maneras durante mi embarazo, pero el postparto que me esperaba…Nada ni nadie podría haberme preparado para cómo me iba a sentir. Pasaban los meses y mi mente cada vez estaba peor, porque aunque siempre se le da mucha importancia a la esfera física tras el parto (yo estaba prácticamente recuperada a las dos semanas), poco se habla de cómo puedes llegar a sentirte emocionalmente. Vivía en una perpetua contradicción, nadie podía cuidar de mi bebé como yo pero cada poro de mi piel pedía ayuda a gritos porque me sentía totalmente desbordada y no era porque no tuviera ayuda, te lo aseguro, pero a veces lo que vemos o sentimos no es la realidad. Súmale un negocio propio (que para mí es como un hijo) al cual no podía atender cómo yo quería y que soy una persona a la que le gusta tener el control de lo que le rodea, muy autoexigente y perfeccionista. Pues ya te he dado los ingredientes necesarios para la receta estrella: DEPRESIÓN POSTPARTO.

Cuando finalmente acudí al psiquiatra, sólo podía repetir un mantra: ESTA PERSONA NO SOY YO. Tenía una sensación de haberme perdido brutal, incluso llegué a comentarle que en ocasiones me daba la impresión que me miraba a mí misma desde fuera y no me reconocía, a lo que él me contestó: «te estás mirando con las gafas de la depresión».

Poco después de aquella visita sufrí una mastitis que acabó en cirugía y que me mantuvo unos días en el hospital. Fue un momento realmente estresante, no sólo para mí, pero he de reconocer que tras esa situación algo hizo «clic» en mí y todo empezó a mejorar. Además, unas semanas después me reincorporé a mi trabajo, mi pequeña burbuja, y ya los días empezaron a parecerme menos grises.

He querido contarte mi experiencia personal para mostrar un ejemplo más de que en el postparto no sólo es importante tu salud física, que evidentemente también, si no que no debemos olvidar la salud mental, porque esta no se refleja en unas estrías, en una diástasis abdominal o en una incontinencia. Tengámoslo siempre en cuenta si juzgamos a una mamá, sea cual sea su realidad.

Un deseo lleno de salud.

Alicia E. C.